SMLM 2023: Poniendo voz a las olvidadas.

He decidido aprovechar esta Semana Mundial de la Lactancia 2023 para publicar esta primera entrada en mi blog. Y es que, la primera semana de agosto de cada año junto a un mensaje que forma parte de la campaña, se celebra a nivel mundial este evento de apoyo inundando las redes sociales de posts y entradas mencionando diversas dificultades, propuestas, realidades y retos.

Este año bajo el mensaje : Amamantar y trabajar, ¡Hagamos que sea posible! , la Organización Mundial de la salud (OMS), Unicef y muchos ministerios de salud, defienden que las mujeres no deberían verse obligadas a elegir entre amamantar a sus hijos y trabajar. También ofrece la oportunidad estratégica de defender los derechos de maternidad esenciales que promueven la lactancia materna: la licencia de maternidad durante un mínimo de 18 semanas, y preferiblemente más de 6 meses, y un espacio en el lugar de trabajo para amamantar posteriormente. Se trata de cuestiones urgentes para garantizar que las mujeres puedan amamantar todo el tiempo que deseen: más de quinientos millones de mujeres trabajadoras no se benefician de prestaciones de maternidad básicas; y muchas se encuentran  sin apoyos cuando se reincorporan al trabajo. 

Muchas mujeres con dificultades en sus lactancias, pueden comenzar a ver la luz cuando en nuestro país (a las 16 semanas) han de reincorporarse a este mercado laboral hostil. Por lo que, estando de acuerdo con el lema de este año (como lo estoy con el de cada año), yo seguiré utilizando esta semana para reivindicar y poner en la mesa todas esas lactancias frustradas, a esas madres silenciando su tristeza y a esos duelos ocultos.

Por este motivo, recupero el siguiente texto escrito hace casi año y medio en el que, a través de un medio de información, pude contar mis experiencias y llegar a tantas mujeres que me contaron sus dolorosos relatos. Algunos de ellos sucedidos hacía mas de una década y prácticamente todos vividos en la soledad, negación e indiferencia más absoluta.

NO SOY MALA MADRE POR NO HABER PODIDO DAR DE MAMAR A MIS TRES HIJOS

(El titular- que no elegí yo-, no representa lo que yo cuento a continuación)

Si eres madre te invito a que recuerdes cuando, estando embarazada, en tu entorno te preguntaban si ibas a amamantar a tu hijo. ¿Te acuerdas de lo que respondías? «Lo voy a intentar». Y, después, quizá tras esta respuesta añadías otra reflexión por si tus planes iniciales se frustraban: «Bueno, tampoco pasa nada si no puedo hacerlo, que con biberón se crían igual». Y sí, es cierto, quizá te tocó comprobar que con biberón también crecían sanos. Pero resulta que «sí que pasó algo», ¿verdad? Pasó que sí que te afectó. Pasó que esta pérdida, este cambio en tus expectativas, te dolió. Y te sorprendió, porque seguramente no imaginabas que algo así pudiera ocurrirte. Que pudiera doler tanto. Y que, además, tuvieses que ocultar cómo te sentías en realidad. No imaginabas que no amamantar a tu hijo o que la experiencia no fuese como tú esperabas, pudiera llegar a hacerte sentir ese vacío tan grande. Esa tristeza inexplicable para otros, pero que a ti te dolía en lo más profundo.

Yo deseaba amamantar a mis tres hijos, pero no pudo ser. Tengo la suerte de haber hallado la respuesta a esa gran pregunta («¿por qué yo no?») que no muchas mujeres con lactancias frustradas encuentran. En mi caso, la lactancia natural resultó ser imposible, por varias dificultades tanto en ellos como en mí. Dos hijos y mi salud mental de por medio me costó llegar hasta esta respuesta y decidir abandonar. Me pasé los días, las semanas y los meses de consulta en consulta, cómo quien va de peregrinaje a Lourdes esperando encontrar la respuesta milagro y la solución mágica. Con mi segundo hijo, traspasé lo realmente saludable para ambos: pezoneras, relactador, sacaleches doble, ingreso de mi bebé a los ocho días de vida por deshidratación, varios meses sentada en el sofá viendo la vida pasar, sin disfrutar absolutamente nada de la maternidad, y, además, tuvieron que cortarle el frenillo a los dos meses.

Lloraba cuando leía sobre los beneficios de la lactancia materna y los perjuicios de la lactancia artificial. Veía como otras madres lo conseguían «gracias a su esfuerzo y perseverancia» y me derrumbaba. Escuchaba como ninguneaban y se burlaban de mi dolor y lloraba. «Chica, con biberón se crían igual» o «¿esta vez tampoco has podido?», me decían haciéndome sentir con sus palabras una madre incompleta. Porque, claro, nos han inculcado que «el que la sigue siempre la consigue». También sentía vergüenza por dar biberón en la calle a un bebé de menos de seis meses, y odiaba mi cuerpo, que fallaba nuevamente en algo que para otras mujeres parecía tan sencillo.

La lactancia artificial no ha sido, en mi caso ni en el de muchas madres, la opción fácil ni la que yo deseaba. He tenido que traspasar un desierto, subir el Everest y llegar, finalmente, a ella. Lo hice como pude y necesitaba en esos momentos, probablemente, con poco acierto, pero con mucho deseo y amor. Porque algo que nadie me contó es que dar de mamar a tu bebé puede convertirse en una carrera a contrarreloj y que no es ni tan instintiva ni tan fácil como creíste que sería. Muchos profesionales dicen ser prolactancia. La mayoría conocen sus beneficios y animan con ello a las madres a amamantar, pero en cuanto surge una dificultad: «aquí no sabe nadie». Si te encuentras con problemas en tu lactancia, es posible que mucha gente te envíe opiniones personales, información desactualizada o incluso nieguen las dificultades que estás viviendo.

El problema con la lactancia es que si no se soluciona a tiempo, las dificultades aumentan, como si fuese una carrera de obstáculos. Empiezas a suplementar mientras intentas encontrar la solución al problema. Comienzas a intentar aumentar la producción utilizando un sacaleches para así poder retirar ese suplemento, que es probable también que estés necesitando incrementar. Y sí, es la pescadilla que se muerde la cola… Ojalá pudiese viajar en el tiempo y abrazar a mi yo del 2014 y del 2017 para decirme a mí misma que el vínculo con nuestros hijos va más allá de la lactancia. Y regresar al pasado también para disfrutar más de ese tiempo que ya pasó y nunca volverá.

Hoy, con mi tercer hijo en brazos, he de reconocer que, nuevamente, me ha dolido no amamantarlo, pese a que tomé la decisión en el embarazo. No ha sido de igual manera que en mis otras dos experiencias anteriores, porque el recorrido que me tocaba hacer si decidía intentar amamantar, ya lo conocía y no me gustaba. Pero he comprobado como la aceptación no está automáticamente libre de dolor. En ocasiones, también he llegado a pensar en «y si hago…» o «cómo hubiese sido todo si…». Imaginarse un escenario distinto de ciertas experiencias vitales, a veces, forma parte del proceso hasta llegar a hacer un trabajo de aceptación y aprender a soltar. Hay que elaborar la pérdida. Hacerse a la idea. Y también puede ser aconsejable pedir ayuda profesional para conseguirlo. A todas las madres que quisieron y no pudieron y a las que no queriendo las juzgaron, deciros que sois la mejor madre del mundo que vuestros hijos pueden tener. Quizá no es la maternidad que esperabais, pero también va a ser maravillosa.

Texto publicado en El Correo en la sección Bizkaia Dmoda el 17 de febrero de 2022:

https://www.elcorreo.com/bizkaiadmoda/salud/psicologia/dar-pecho-de-mamar-hijos-mala-madre-duelo-amamantar-posturas-colecho-recien-nacido-dar-pecho-lactancia-materna-beneficios-posiciones-primer-mes-bizkaia-maternidad-20220217160336-nt.html

NO ESTAS SOLA. PUEDO ACOMPAÑARTE

Cuando decides que dejar de amamantar tras un largo proceso lleno de dificultades es la mejor opción, pero no puedes quitarte esa pena, es importante hacer un cierre amoroso de esta etapa. Duelar esa lactancia que no pudo ser implica aceptar que no vas a vivir la maternidad que hubieses deseado y que, aun así, puede ser igualmente maravillosa. Y yo puedo estar a tu lado en este proceso de aceptación. 

Pásate por mi servicio de asesoría de lactancia para conocer cómo puedo acompañarte o contáctame y lo adaptamos juntas a tu realidad particular.

No tienes que vivir esto en silencio y soledad.