Te sujeto en mis brazos recordando que tan solo unos minutos antes flotabas dentro de mí.
Te escucho, huelo y siento. Todo lo que tu eres y representas.
Compartimos miradas. Esas miradas tan profundas desde esos ojos tan negros.
La intimidad de tu cuerpo y el mío. La piel nueva contra la piel que anhela.
La absoluta intimidad en lo que tu y yo nos estamos conociendo.
El deseo tan profundo que sentimos ambos por estar juntos.
Y compartir estas primeras horas bajo esta luz tenue de esta primera noche que quedará grabada en algún rincón de nuestras vidas para siempre.