En el posparto nos despedimos del embarazo.
Del bebé en nuestro vientre. De sus movimientos. De la ilusión. De la espera.
También nos despedimos del miedo.
A la muerte, al parto, al dolor.
En el posparto duelamos al bebé que imaginábamos.
Y nos intentamos adaptar al bebé que ahora está. Al que es de verdad.
Lloramos a la madre que creíamos íbamos a ser.
Y vamos aceptando y gustándonos como la madre que somos.
En el posparto a veces también lloramos nuestra infancia.
Anhelando recuerdos bonitos que de ella tuvimos.
O que ojalá hubiésemos podido tener.
Intentando encajar finalmente, la que en realidad fue.
En el posparto duelamos la mujer que éramos .
Esa que ya no está.
Esa que ya nunca volverá.
El posparto es un duelo y de ahí su intensidad.
Permítete hacerlo. Permítete el revuelo. Bañate en ese tiempo. Vive esta oportunidad.
Recuerda que luego pasa, es una situación temporal, y lo que de el queda son los intensos recuerdos y todo el crecimiento que te puede aportar.