En el primer cumpleaños recordamos el parto. El momento en el que las contracciones comenzaron. El día de la semana en el que este sucedió. La hora en la que todo transcurrió.
Rememorar nuestro parto puede llenarnos de nostalgia y emoción. Pero también puede ser un recuerdo doloroso y difícil si la experiencia también lo fue.
El primer cumpleaños nos pone delante el inexorable paso del tiempo. La extraña sensación de que las horas y los días parecen no pasar y, sin embargo la pena que sentimos al ser conscientes de que nuestro bebé llegará un día no tan lejano como creíamos, en el que lo dejará de ser.
En el primer cumpleaños vemos todo lo que nosotras y nuestras vidas hemos cambiado. Lo que se han trastocado nuestras prioridades, preferencias, deseos y necesidades. Lo que han podido cambiar incluso nuestras amistades, nuestros trabajos o nuestras relaciones familiares.
En el primer cumpleaños podemos echar en falta como éramos antes de ser padres. El tiempo que nos dedicábamos, lo que hacíamos o cómo entre nosotros nos hablábamos.
Pero también podemos alegrarnos de lo vivido, lo conseguido o lo que hemos crecido a pesar de los baches que nos hemos encontrado a lo largo del camino.
El primer cumpleaños es un día especial. Un día que nos remueve, nos revuelve y nos invita a reflexionar y a mirar hacia atrás. A recordar todo lo vivido, reencontrarnos con el pasado y abrazar a nuestro bebé que, aunque un año atrás parecía no crecer, el paso del tiempo nos ha enseñado que nunca volverá a ser tan pequeño como ahora es.