Despedirnos de las diferentes etapas de la vida de nuestros hijos

Los primeros años de maternidad vuelan.
Y esos momentos tan intensos en los que solo estabais vosotros y donde el resto parecía tan lejano, ya no regresan.

Tu bebé crece en seguida y se convierte en niño. La lactancia se transforma en un recuerdo del pasado y llega un día en el que dejas de portearle.

Y entonces, a veces, echas de menos esas etapas de las que tanto quisiste huir.
Esos años que tan rápido quisiste que pasaran.

Echas de menos saber lo que antes si sabías.
Esa parte de la vida, que ya es solo suya, y de la que ya no lo sabes todo.

Echas de menos con una mezcla de nostalgia por el paso del tiempo, y orgullo por verle crecer.

Y ahora, desde la distancia, te preguntas por qué te parecían entonces tan eternos los días, las semanas y los meses… No entiendes por qué te parecía tan complicado y tan abrumador ser madre.
Ahora…claro…

Y ves como este presente, que entonces creías no iba a llegar, sí que lo hace, y te señala que de esto va la intensidad de ser madre.

De serlo todo, compartirlo todo y tenerlo todo.
Para después dejar de serlo, desaparecer y aprender a afrontar nuevas etapas acumulando sus recuerdos.